¿Quién nos puede
entender, a nosotros, los amantes del imposible,
Qué se esconden en el
mármol de hierro de una abstracta realidad?
Vivimos en la oscuridad
de un sueño escondido, bajo la estrella polar
De un pragmático
círculo osculado.
Morimos todos los días
en silencio, sutilmente, bajo los ojos incrustados con hielo
De unos espectadores de
piedra, en la oscuridad de un teatro vacío.
¿Quién nos puede
entender, a nosotros, los enfermos de un absolutista anhelo,
Con los corazones
vendados con gasa corrosiva?
Esperamos en la puerta
de un cementerio con sueños antiguos, perdidos,
Enterrados bajo el
canto de los Dioses remotos.
La más profunda de las
meditaciones no responde a ninguna
pregunta.
Hay muchas
preguntas. El Tiempo, sin embargo, no
tiene respuestas.
¿Quién nos puede
entender, a nosotros, los amantes de la Eternidad,
Los que viven en un
dilema, siempre solos y rechazados,
En un dolor lamentable
y un grito desolado?
Es un mundo triste, con
su cortina de hierro,
Un pequeño escenario,
de madera casi podrida-
Extraña decoración y anticuadas obras de teatro, con demasiados
actores,
Que se amontonan para
caber en un obsceno entorno
Y permanecer un
recuerdo... En una pared, en algún lugar,
En una historia
perdida, común y banal.
Y nosotros, los enamorados, los enfermos, los
incomprensibles, ¿dónde podemos caber?
¿Quién nos puede
entender?
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